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Asumámoslo: No hay trabajo para todos. La situación económica es mala, no podemos aspirar, hoy por hoy, a que trabaje todo el mundo. ¿Quienes tienen que trabajar entonces? Los que más lo merezcan. ¿Quiénes están trabajando? Los que ya llevaban trabajando algún tiempo, no los que más lo merecen. Noticias como ésta me dan la razón: http://www.elmundo.es/elmundo/2013/05/14/ciencia/1368531982.html?a=e04f24794b5a018ef954fd9699c27d06&t=1368559305&numero=

Este tío es el mejor en lo suyo. No hay nadie que merezca ahora mismo más que él ese puesto de trabajo. Premio al mejor físico de Europa y le deniegan la beca en España. ¿Por qué no lo consigue? No me creo que no haya nadie trabajando en lo que él pide hacer. La causa es que se está haciendo competencia desleal. Hay una casta de trabajadores que está sobreprotegida y otros pobres desgraciados que estamos condenados a la precariedad hasta que las ranas vuelen. Da igual lo que te digan: que te formes, que aprendas cosas, idiomas… bueno, eso es útil, pero para emigrar, no para trabajar aquí. No estarás nunca en igualdad de condiciones hasta que no te admitan en la casta. Os lo dice un ingeniero industrial superior con 3 idiomas.

La alta tasa de paro juvenil es otro claro indicador de lo que digo. Se protege a los que están, no se deja entrar a los que vienen o se les deja entrar malamente. Los funcionarios y los políticos (o sus amigos) son el paradigma de esta casta sobreprotegida. Gente que no tiene por qué demostrar su eficiencia, no tiene por qué ser eficiente en nada, y que tiene un puesto de trabajo nieve, llueva o granice. Aunque cobren menos que antes; menos cobra el que no trabaja.

Asumamos otra cosa: a los sindicatos les da igual esta situación. Ellos siguen a lo suyo, protegiendo a los suyos, a su casta, que es incluso más casta que la otra (pero mucho más parasitaria), y ambas dos castas forman una especie de simbiosis en muchas ocasiones.

Por eso, si queremos defendernos, no tenemos que confiar en los políticos, no tenemos que confiar en los sindicatos, ni en los que ya están trabajando… TENEMOS QUE CONFIAR EN NOSOTROS. Hay que emprender, asociarnos, montar empresas, empezar a hacer cosas con GENTE COMO NOSOTROS. Con un montón de formación, cualificación de sobra, valía casi asegurada y con ganas de adquirir experiencia. No hace falta que nos den la sopa boba, que nos subsidien y que nos protejan, lo único que hace falta es darnos cuenta de que PODEMOS HACERNOS VALER POR NOSOTROS MISMOS, y que nos dejen hacerlo.


No me opongo radicalmente a la idea de que se celebre un referéndum. Si hubiera una amplísima mayoría de personas que quisieran organizarse de otra manera, el resto no tendría por qué imponer su voluntad sobre ellas, por más que fuera contra el sentido común.

Pero eso sí, explíquense bien las dos opciones por las que se votaría. La pregunta no debería estar manipulada y mezclada con otros asuntos, sino simplemente decir: «¿Desea usted que Cataluña deje de ser España?»

NO: Está claro lo que implicaría. Todo sigue siendo más o menos igual.

SI: Cataluña, fuera de España. Esto tendría un montón de implicaciones que no se explican generalmente más que cuestionando tonterías como qué pasaría con la liga de fútbol.

¿Qué pasaría con el ejército? Cataluña tendría que crearlo. Y cuesta bastante dinero crear un ejército.

¿Qué pasaría con la parte de la deuda de España que corresponde a Cataluña (no la deuda autonómica de Cataluña  sino la parte proporcional de la deuda nacional)? Cataluña tendría que pagarla. Actualmente Cataluña no es capaz ni de refinanciar su deuda autonómica.

¿Qué pasaría con la UE? Cataluña quedaría fuera y tendría que intentar meterse de nuevo como otro estado cualquiera. No tendrían euro. Tendrían que crear una moneda nueva. Eso cuesta bastante dinero directamente, pero el efecto indirecto es aún más devastador  Los políticos tienden a creer que lo que ellos hacen los demás tienen que aceptarlo sin más, pero no es así. Seguro que la moneda tendría un valor ínfimo y se iría devaluando en los mercados progresivamente hasta que la economía catalana fuera capaz de soportar su propia moneda. Tampoco estarían en el espacio Schengen, con lo que los catalanes no podrían ir a trabajar fuera de allí sin visado de trabajo. No serían las únicas implicaciones, pero para hacerse una idea sirve.

¿Qué pasaría con las sinergias? Y ahora un ejemplo de lo que es sinergia: Las embajadas. Supongamos que un país tenga una embajada en cada nación extranjera. Hay casi 200 países en el mundo. No es lo mismo pagar lo que cuestan esas embajadas entre 47 millones de españoles que entre 7,5 millones de catalanes. Esto es una sinergia, un coste que se reduce (o aumenta) al hacer más grande (o más pequeña) una entidad, porque el coste en sí no crece (o decrece) tanto como la entidad. El ejemplo de las embajadas es uno, pero sinergias hay a miles entre España y Cataluña. Con esto no solo perdería Cataluña, las demás comunidades autónomas también lo notarían, pero muchísimo menos.

Todo lo expuesto anteriormente tiene implicaciones económicas muy importantes que exigirían un esfuerzo muy grande por parte de los catalanes para poder seguir adelante el proceso. Y ese dinero lo pondrían los de siempre, los ciudadanos. No los políticos, que son los que viven y vivirán siempre creando este tipo de polémicas y a costa de los mismos de siempre. Pero hay alguna implicación que va más allá.

¿Qué pasaría con los catalanes que quisieran seguir siendo españoles? Pues no les quedaría otra que emigrar. En la situación actual a nadie se le niega el derecho a ser catalán porque ser español no es una condición excluyente. Ningún catalán tiene que emigrar a ninguna parte para ser catalán. Si Cataluña se independizara la condición de catalán excluiría a la de español y viceversa.

¿Qué pasaría con las zonas de Cataluña (algún municipio o alguna provincia) donde localmente no se alcanzara la mayoría necesaria? ¿Tendrían que someterse a la voluntad de las otras zonas aunque no quisieran? ¿Estaríamos ante otra Irlanda del Norte?

Por todo lo anterior: Referéndum, tal vez; independencia NO. Eso sí, me parece bastante importante intentar comprender cómo hay tanga gente dispuesta a volarse un pie. Sería interesante descubrir por qué e intentar que esos porqués desaparecieran.

Independencia


Hoy se celebra en España el día de la Constitución. Con el panorama que tenemos hoy en día, es relativamente sencillo darse cuenta de que lo que dice la constitución no se está cumpliendo. Por ejemplo, que todos los Españoles tenemos derecho a una vivienda o a un trabajo (incluso pone que tenemos el deber de trabajar, como si aquel que no quisiera trabajar fuera obligado con un látigo).

Últimamente me he estado planteando si la constitución es una cosa que sirve realmente para algo.

Ver que hay artículos redactados que no se están cumpliendo.

Ver que no hay ningún político preocupado por hacer que se cumplan, y si no es posible eliminiarlos o reescribirlos de tal manera que puedan cumplirse tal y como estén escritos

Ver que no hay ningún juez (hay un tribunal que se hace llamar constitucional) que esté intentando procesar a los políticos por la anterior evidencia.

Todo esto hace que uno se decante por la opción de que no. No vale para nada.

Y todos juran «cumplir y hacer cumplir» la Constitución. MENTIROSOS HIJOS DE PUTA.

 


 

 

Hemos perdido todos, menos ellos:

 

Los políticos


Acabo de ver por la tele la cantidad de gente congregada para decir, en definitiva, que el actual sistema político no les representa.

Además de esta reivindicación se hacen muchas otras, unas cuantas de carácter apolítico y otras no. Esas otras manifestaciones sólo hacen perder fuerza al movimiento principal. Algunas tendrán su lógica, otras no, pero al final hacen que los desacuerdos acaben con los acuerdos.

Y como se trata de acordar, creo que deberíamos crear un movimiento de mínimos que lo único que pretendiera fueran estas cosas en las que al menos el 98% de la población estamos de acuerdo (todos menos los políticos). Unas reivindicaciones que son auténticamente apolíticas, independientes de la inclinación de cada uno, y que sólo tienen que ver con la forma de organizar la política, no con las ideas que luego se deriven de ella.

Mi propuesta es:

-Listas abiertas en todas las elecciones.

-Dejar escaños vacíos según el porcentaje de voto en blanco (no confundir con abstención).

-Separación real del poder judicial y elecciones populares para ser jueces, que el poder judicial esté en manos de la gente, no de los partidos.

-Eliminación de todas las cámaras autonómicas y reconfiguración del senado para que sea una única cámara territorial con capacidad para proponer y vetar leyes igual que el parlamento nacional y capacidad para elegir a los presidentes de las comunidades autónomas (los senadores de cada región elegir al suyo) eliminando por el camino todas las cosas multiplicadas por 17 innecesariamente (delegaciones del gobierno y diputaciones incluidas), y si a alguna comunidad autónoma no le gusta, que se vaya dando de baja.


Escribo esta entrada después de mucho tiempo de ausencia, tras mi retorno del extranjero y el periodo vacacional. Cuando volví a España podía mirar a nuestro país como si yo mismo no fuera español, aunque esa perspectiva me duró poco, ya que no tardé en involucrarme emocionalmente en lo que aquí se está viviendo, además de verme afectado igual que el resto de españoles por la situación que aquí se vive.

Me di cuenta de que, mientras desde fuera se ve a nuestro país como un foco de incertidumbre, a punto de ser rescatado (con todo lo que eso involucra, ya que ser rescatado significa no ser capaces de hacer frente a nuestros pagos con el extranjero como país), y desde dentro lo que percibía es que lo único que importaba era ganar una Eurocopa de mierda y salir a la calle para celebrarlo bebiendo cualquier bazofia que tuviera algún grado de alcohol. Vi más banderas de España en las calles que en toda mi vida. Parecía que cuando más avergonzados tendríamos que sentirnos de ser Españoles, de ser insolventes, más orgullosos estábamos. Eso sí, todo el mundo quejándose de los otros. Ya sea de los mercados, de los políticos, de los banqueros, de los funcionarios, de los que ganan mucho dinero… de todo menos de nosotros mismos.

La realidad es que el cáncer de España somos  nosotros mismos. Somos ladrones. Aguantamos y amparamos a los ladrones porque nos sentimos identificados con ellos. La gente copia en los exámenes, se droga, se emborracha, roba, se esfuerza por no trabajar; y la gente somos todos. No nos ponemos en contra del que roba, nos ponemos en contra del que tiene dinero, porque vemos que nosotros seremos incapaces de tenerlo jamás. No pedimos la oportunidad de dejarnos intentarlo, de esforzarnos por conseguirlo honradamente aportando a la sociedad, pedimos que se les niegue a quien ya lo consiguió, independientemente de cómo lo hiciera. No somos violentos, pero no porque estemos convencidos de que la violencia es mala, sino porque sabemos que egoístamente no nos beneficia jugarnos el pellejo, cuando la violencia es ejercida impunemente (huelgas, acontecimientos deportivos…) no tenemos ningún problema en ejercerla. Nadie denuncia los comportamientos que cree que pueden ser deshonestos si cree que esa denuncia puede perjudicarle lo más mínimo, y nadie hace nada para que no se perjudique al que denuncia con razón estos comportamientos. Nadie pretende que no se robe; pretende que no se le robe a él.

Los alemanes no quieren prestarnos el dinero. Normal. Yo tampoco nos lo prestaría si el dinero fuera mío. No tienen por qué aguantar nuestra idiosincrasia y nuestras estúpidas costumbres que nos han llevado a la situación en la que estamos. No tienen por qué pagar a la gente que nosotros permitimos que vivan del presupuesto público sin aportar nada a la sociedad.  Además ven que, incluso en la situación patética que nos encontramos, seguimos viviendo mejor que ellos, y casi nadie se priva de nada. Seguimos con nuestras fiestas, nuestras tapas y nuestras cañas, nuestros toros y nuestras playas, diciendo que somos pobres y que nos ayuden, poniendo la mano como si fuéramos mendigos, y gastándonos irresponsablemente lo poco que nos queda o que nos dan. Sin intención de renunciar a nada, porque son «nuestros derechos».

Seguimos con nuestras disputas estúpidas, a causa de estupideces irrelevantes en los tiempos que corren, y aplaudiendo con las orejas a los que están por encima de nosotros y nos dan la razón en estas estupideces, sin darnos cuenta que esos mismos son los que nos siguen llevando por donde a ellos les interesa. Esos mismos son los que no aportan absolutamente nada positivo a la sociedad y se llevan cada mes lo que otros sí que han aportado, sin importarles ya si esas personas que sí que están aportando serán capaces de sostenerse ellos mismos antes de tener que sostenerlos a ellos. Seguimos barriendo cada uno para nuestra casa, barrio, pueblo, cuidad o comunidad autónoma sin importarnos la mierda que les pueda caer encima a los demás por causa de nuestras acciones, remando cada trozo del país en direcciones opuestas y manteniendo a todos los timoneles que hacen que el país no avance hacia ningún sitio.

Lo que he podido observar de los españoles que van al extranjero es que somos realmente odiosos. Si los que vinieran a España hicieran aquí lo mismo que hacemos nosotros fuera los sacaríamos a patadas. El español no se esfuerza absolutamente nada por adaptarse al sitio donde va. No se mezcla con la población autóctona a no ser que no pueda evitarlo. No aprende el idioma local. Si hay más españoles no quiere saber nada de los demás. Se ríe de todo aquel que no es capaz de comunicarse con él y lo trata como si fuera idiota, sin además darse cuenta de que también es él quien no es capaz de comunicarse con los otros.

El español se ha convertido en un ser mediocre. Lo que se nos ha enseñado desde que somos pequeños es que tenemos que ser mediocres. Al que destaca por arriba o por abajo se le machaca, desde que somos pequeños en las clases del colegio, el empollón o el tonto recibe las burlas de sus compañeros. Al único que se respeta es al mediocre. No se premia el esfuerzo, en lugar de eso se fomenta la envidia y se educa para no ser objeto de ella. Cuando crecemos seguimos igual, intentando no ser pobres pero tampoco esforzándonos para ser ricos. Los programas de la tele son mediocres y triunfan porque nosotros lo somos. No hace falta ni fomentar la ignorancia, nace sola de nuestra mediocridad. Nuestros políticos son mediocres porque nosotros elegimos a gente mediocre. Porque, nos guste o no nos guste, nos representan mejor de lo que nos gustaría. Parece que la única excepción a esta regla es el deporte, en el único sitio en el que es aplaudida la excelencia y se permite que el que destaque sea respetado, creando la falsa ilusión de que todos estamos con ellos y todos somos igual de excelentes porque ellos ganen.

Tristeza. Eso es lo que siento por la España que me ha tocado vivir y que casi seguro me tocará abandonar.

España intervenida

Publicado: 11 julio, 2012 en Economía, Política
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Acabo de leer esto en el periódico, lo que viene a confirmar que estamos intervenidos.

Hace unos años intentaron hacer lo mismo, concretamente en mayo de 2010. No fue tan drástico y los recortes que aprobaron por aquel entonces le parecieron disparatados al electorado del PSOE, hicieron que el gobierno de ZP perdiera el apoyo que le quedaba y fuese derrotado las elecciones de forma estrepitosa.

Los recortes aprobados ahora son más drásticos y además recortan sobre terreno recortado. Y ahora no nos parece tan mal. No nos parece tan mal porque mucha gente ha comprendido que si no se hacen nos vamos al garete, que si no pagamos no nos pagan. Pero aún así, ¿qué gobierno estaría dispuesto a adoptar unas medidas que sabe que hicieron perder las elecciones al anterior y lo llevaron a una derrota vergonzosa? Ninguno. Por eso le han obligado. La otra alternativa era dejar quebrar a todos los bancos españoles de golpe, así que el gobierno ha tragado. Como no podía ser de otra manera.

¿El recorte está bien, mal o regular? prefiero no entrar a valorarlo en esos términos. Digamos que si  las uñas de tu mano miden metro y medio de largo y además tienes un dedo gangrenado, lo mejor es amputar el dedo y cortar las uñas. Si amputas la mano entera consigues sobrevivir de momento y arreglas los problemas que tenías, pero luego tienes que sobrevivir a las infecciones que te pueden entrar y además tienes que vivir sin una mano el resto de tu vida. Dejémoslo en triste. Triste por no haber sabido evitarlo con todo el tiempo que hemos tenido.


Hoy he visto en los medios que el Eurogrupo presta 100.000 millones al FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria, dependiente del gobierno), para que éste pueda recapitalizar las entidades que están, digámoslo claramente, quebradas o a punto.

En este artículo de Juan Ramón Rallo se analiza, rápidamente pero con seriedad, lo que eso significa, pero a mí me ha dado por pensar ¿cómo hemos llegado a esta situación?

Me inclino a pensar que en un 90% se puede atribuir la responsabilidad de este DESASTRE a las cajas de ahorros. El artículo está en pasado porque voy a escribir la situación de las cajas antes de la debacle, ahora puede ser algo diferente.

Las cajas de ahorro eran unas entidades que se caracterizaban por ser entidades de carácter fundacional que no tenían dueño. Se decía que los dueños eran los depositantes de dinero en las mismas, lo cual es una bobada, pues el dueño de una cosa suele tener derecho a decidir qué quiere hacer con ella; y en las cajas de ahorro, en la práctica, los que decidían lo que se hacía con ellas eran los partidos políticos, corporaciones locales y regionales (gobiernos) y sindicatos.

Las cajas de ahorro eran entidades sin ánimo de lucro, osea que no podían repartir dividendos, porque no tenían accionistas. En vez de eso los beneficios se tenían que repartir en «obras de acción social». En la práctica, eso significaba que los consejos de administración (anteriormente referidos como partidos políticos, gobiernos y sindicatos) se esforzaban al máximo para reducir los beneficios contables (inflando los sueldos de todo el mundo, trabajadores de a pie incluidos por cuenta de los sindicatos, inflando los gastos siempre gastados en otras entidades amigas e inflando las pensiones y planes de pre-jubilación de todo el personal, siempre los del consejo de administración a la cabeza), eso suele pasar en todas las entidades que tienen un consejo de administración, lo que pasa es que en las entidades con ánimo de lucro los dueños pueden controlar al consejo de administración, en las cajas no.

Además, los beneficios que sí que se declaraban se repartían en «obras de acción social», que solían ser asignadas a fundaciones de los amigos de los gestores, ya fueran de políticos para actos de campaña, de amigos para financiar empresas, de sindicatos para dar cursillos, o de ayuntamientos para arreglar tal cosa o tal otra -que generalmente también se le adjudicaba la obra a otro amigo de alguien de por allí-. Siempre se hacía de tal manera que, por más que se barriera el dinero de acá para allá, quedaba todo dentro de casa. Eso sí, llenaban las calles de carteles cada vez que arreglaban la fachada de una iglesia, o que ponían un banco (de los de sentarse) en la plaza de un pueblo, o que financiaban unas jornadas sobre la cultura andina con carpas absolutamente inútiles en la plaza mayor de alguna cuidad (siempre, como digo, adjudicando estas tareas a gente amiga que al final se quedaba el dinero). Esto conseguía que la gente estuviera contenta, porque, según su perspectiva, las cajas hacían cosas buenas por los pueblos o las ciudades, y lo hacían gratis. Así que la gente confiaba en ellas y dejaba allí su dinero depositado y con una sonrisa.

Todo esto derivó, como no podía ser de otra forma, en una gran cantidad de pajarillos picoteando del lomo de las cajas de ahorro. Todos metidos en los consejos de administración enchufados por éste o por aquél. Todos querían seguir comiendo de gratis, de una cosa «tan buena» y todos querían seguir barriendo para su lado de la casa. Antes del estallido de la crisis, con la burbuja en plena hinchazón, todos los integrantes de esos consejos vieron con buenísimos ojos que se pudiera aprovechar la coyuntura para que las cajas hicieran aún más caja, y así hubiera más que repartir. Además algunas empresas relacionadas con el ladrillo, y propiedad de amiguetes de los integrantes de esos consejos o de quien los había puesto allí, tenían necesidades de financiación cada vez más acuciantes. Las cajas, cargadas de gestores que no tenían ni idea de otra cosa que no fuera picotear, se metieron en camisas de once varas. Su gestión se reveló igual de eficiente que un molinillo de la feria para dar aire. No quedó prácticamente ni una en pie. Y  arrastraron con ellas a otras entidades que no tenían mucha fortaleza y cuya gestión tampoco es que fuera brillante. Y además, en los consejos de administración, todos esos pájaros que por allí andaban, en vez de volar se convirtieron en aves de rapiña. Tan acostumbrados como estaban a vivir de picotear siguieron desgarrando el cadáver putrefacto de sus respectivas cajas, asignándose pensiones y sueldos escandalosos, con la diferencia de que la situación ya no era la misma de antes, y la gente común ahora ya no ve los carteles de la «obra social» en las plazas de su pueblo y además allí donde huele a dinero aparecen 250 periodistas a preguntar de dónde ha salido, porque no abunda.

La solución adoptada por los políticos (no olvidemos que eran la parte más representada en los consejos de administración, pues los gobiernos también los controlan ellos) hasta ahora ha sido meter la mierda debajo de la alfombra, fusionar unas cajas con otras, jugar al despiste, espantar a algún que otro buitre y hacer como que no pasaba nada. Pero ya no se ha podido hacer durante más tiempo. Hay que sacar la basura. Ahora parece que se tapa el agujero con un dinero que nos prestan a todos (al gobierno) desde Europa y que todos nos vemos obligados a prestar a las cajas. 100.000 millones ni más ni menos. Lo de meter a los responsables de esto en la cárcel es tan inverosímil que a nadie se le pasa ni por la cabeza. No habría cárceles suficientes en España. Esperemos al menos que el modelo de las cajas de ahorros, cargado de tan buenas intenciones, pero con tanta ingenuidad y tanta estupidez, no se repita en el futuro para no tener que  lamentar otra catástrofe como la actual.


Últimamente se han leído muchas cosas sobre Gibraltar en nuestra prensa nacional. La mayoría son chorradas y, sin duda, se calienta el asunto para enardecer nuestro amor propio y que nos olvidemos de nuestros más graves y vergonzosos problemas (cortina de humo lo llamarían algunos). Pero no por eso Gibraltar no deja de ser un problema grave y vergonzoso a partes iguales.

Vergonzoso por lo que implica: Que en trescientos años no haya habido ni un solo español con la determinación, el orgullo y la inteligencia suficientes como para sacar a los ingleses de allí. Eso no dice nada bueno sobre nosotros. Como decía Pérez-Reverte en su twitter este domingo: «Gibraltar es de quien lo sabe defender. Y ésa no es España, que siempre fue con el Peñón acomplejada, indolente y cobarde».

Grave por lo que implica para la economía. Que, dejando patrioterismos de lado, pasaré a resumir en las líneas siguientes.

Enlazando con lo que decía Pérez-Reverte, Gibraltar es de quien lo sabe defender. Antes se defendía el peñón con barcos, tropas, murallas, parapetos, etc. Ahora se defiende con economía: exhenciones fiscales. El escritor también nos recordaba el domingo que «Gibraltar ha comprado toda la costa. Viven de él bancos, restaurantes, inmobiliarias. Si allí no hay más paro y miseria es gracias a ellos.» y que «Gibraltar: 28.000 habitantes y 75.000 sociedades anónimas. Con toda la costa del Sol viviendo de la colonia.»

Pero resulta que eso es solo una verdad a medias. Lo que no es verdad es que la costa del sol vive de la colonia, más bien es al contrario. Gibraltar, al ser dueño de la costa del sol, lo que consigue es que todos los impuestos que las empresas propiedad de sus sociedades ocupen el espacio que las empresas en manos españolas dejan. Las empresas en manos españolas no pueden competir en igualdad de condiciones, simplemente (y sin entrar mucho más a fondo) porque las sociedades con sede social en Gibraltar pagan un 2% de impuestos y las que tienen sede social en España pagan por encima de un 20%. Al no poder competir dejan aún más hueco, que rápidamente es llenado por las sociedades Gibraltareñas. En realidad, no es que la empresa cambie de manos, pues en la mayoría de los casos el propietario real suele seguir siendo el mismo, solo que la sede social de sus empresas no está en el mismo sitio. Pero eso no hace que la cosa sea mejor para los españoles. El perjuicio real que eso acarrea es que todas esas empresas en vez de estar pagando sus impuestos a nuestro gobierno (su 20% como mínimo) están pagando un 2% al gobierno de su Graciosa Majestad.

Don Arturo solo tenía en cuenta bancos, restaurantes e inmobiliarias, pero se olvidaba de cualquier negocio online (por ejemplo casas de apuestas) que están dejando allí un auténtico dineral (aunque solo sea un 2%) y que no lo están dejando en España, pese a tener aquí el negocio. Los otros sectores en los que compiten (y ganan) a nuestra economía son venta de combustible (que nos compran a nosotros mismos) y sector turístico. Todo relacionado con el atraque de barcos en sus muelles, que también tienen ventaja en precios de combustibles frente a los nuestros.

Mientras no se consiga frenar esto, Gibraltar seguirá siendo inglesa. Porque son ellos quienes mejor lo defienden. Es imposible que allí quieran ser otra cosa que no sea ingleses si se les permite seguir beneficiándose de todas esas ventajas y hacer competencia desleal.

Si queremos ser nosotros los que podamos defenderlo, primero hay que hacer que sus defensas sean inútiles. Poniendo, por ejemplo, otro paraíso fiscal (o incluso más paraíso) a su lado, con la ventaja de que tendría un apoyo logístico mucho más fácil y barato que el que tiene Gibraltar. Haciendo que los que están metiendo su dinero en Gibraltar no tengan NINGÚN motivo para seguir haciéndolo y consiguiendo así que los gibraltareños no tengan NINGÚN motivo para querer seguir siendo británicos; o que por lo menos si quieren los ingleses resolverles la vida lo hagan de su bolsillo, no del nuestro. Después de conseguir eso ya se podría hablar de otras cosas. Sin eso es imposible. Hace unos días decía el ministrillo gibratareño que cancelar el viaje de nuestra reina a Londres era una «reacción del siglo XIII en el siglo XXI». Tenía razón. Ya va siendo hora de acciones económicas propias del siglo XXI.


El banquero se ha tragado

el dinero del cliente

que, pecando de inocente,

en sus manos ha dejado;

y pide ser rescatado

con dinero ciudadano,

al que pueden meter mano

políticos sin recato

su partido y sindicato

y hasta su primo lejano.

Pero a ti no te consultan

si quieres pagar impuestos,

eso se da por supuesto;

a ver si no como juntan

el dinero que te ocultan.

En vez de robar la pasta

que en servicios no se gasta

apuntando con pistolas

prefieren decirte trolas,

invertir un duro y basta.

Hoy, con todo su descaro,

ha llegado tu cuñado,

ayer muy adinerado

y hoy en la cola del paro,

que compró un coche muy caro

y ahora no puede pagar.

Y lo tienes que ayudar.

La familia es lo primero.

Resulta que tu dinero

es ahorro familiar.

El abuelo, jubilado,

y tras tanto cotizar,

ve su pensión peligrar.

Tal vez lo más adecuado

para nombrar al sistema

de Seguridad social

sea estafa piramidal.

Y a la gente le da igual.

Resultaría gracioso

si no fuera tan real.